miércoles, 22 de febrero de 2017

Moisés y su baja Autoestima

MOISÉS


    La vida de Moisés es particular y poco común. Vivió ciento veinte años y estos se dividieron en tres períodos. Los primeros cuarenta años los pasó en Egipto, a lado de la hija de Faraón, después de que ésta lo rescató del río, el segundo período de cuarenta años también  pastoreó las ovejas de su suegro Jetro, y sus últimos cuarenta años en el desierto, llevando al pueblo de Israel a una tierra prometida, a la cual él nunca entró.

  Moisés a igual que Gedeón sufría de un complejo de inferioridad impresionante.   Cuando Dios lo llamó a la misión de ser el  encargado de sacar a su pueblo de la esclavitud egipcia, tuvo que refutarle una buena cantidad de paradigmas que este hombre tenía levantado en su estructura mental, paradigmas que estaban obstaculizando e impidiendo que el gigante que estaba dentro de Moisés no se exteriorizara. Leamos las palabras con que fue llamado este hijo de Amram.


“Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios
de Jacob...Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de
 mi pueblo que está en Egipto, y oído su clamor a
causa de sus exactores, pues he
conocido sus angustias, y he
descendido para liberarlos de
mano de los egipcios... ve, por
tanto, ahora, y te enviaré a
Faraón para que saques de
Egipto  a mi pueblo los
hijos de Israel”

Éxodo 3:6,7,8,10


  Me imagino que las palabras que mas le habían quedado a Moisés en su mente fueron: “te enviaré a Faraón”. A raíz de eso comenzaron a venir a su mente una cantidad de argumentos y excusas, que él pensaba, eran suficientes para persuadir a Dios de que estaba equivocado al encomendarle esa tarea. Veamos y señalemos sus objeciones:

“¿Quién soy yo para que vaya a faraón, y saque de Egipto a los
hijos de Israel?...he aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz,
porque dirán: No te apareció Jehová... ¡Ay Señor!
Nunca he sido hombre de fácil palabra ni antes,
 ni desde que tú hablas con tu siervo; porque soy
 tardo en el habla y torpe
de lengua...¡Ay Señor envía,
te ruego, por medio del que
debes enviar”

Éxodo 4:1,10,13



Analicemos detalladamente estas objeciones que Moisés le presentó al Señor:

1.- ¿Quién soy yo?. No hay duda que Moisés, a igual que todos aquellos que sufren de una autoestima desequilibrada, pensaba que él no era la persona capaz o adecuada para realizar una gran tarea. No lo dicen las escrituras pero, lo que  quiso decirle Moisés a Dios era algo como: “Pero si yo solo soy un simple pastor de ovejas, no creo servir para eso. Búscate a otro que esté mas capacitado para ese trabajo”.

 Similar a Moisés suelen pensar los que sufren de una autoestima baja. Todo el tiempo los domina un pensamiento de que ellos no sirven para algo extraordinario. Existe en ellos un autorechazo y esta es la razón por la cual nadie con un bajo concepto de sí mismo  haya logrado algo sobresaliente  en la vida. Cuando oyen que pueden  escalar una posición mas alta a la que en la actualidad tienen, suelen dar una respuesta algo parecida a esta: “No, yo estoy bien así,  eso no es para mí, ¿quién soy yo? no eso es para fulano o zutano que sí nacieron  para eso”. Eso no tiene otro nombre sino conformismo y mediocridad.

  La autoestima de Moisés estaba tan dañada que él pensaba que  no servía para la misión que Dios le dijo que hiciera. Como excusa se quiso hacer creer él mismo que estaba muy bien pastoreando las ovejas de su suegro. Cuando  la verdad era otra; UNA AUTOESTIMA BAJA.

 2.- Ellos no me creerán. Estas palabras nos dejan ver que la pobre autoestima que sufría Moisés lo hacían ser un hombre con una fe raquítica. No hay duda que el que tiene una autoimagen enfermiza no cree poder alcanzar un estatus de vida mas elevado. Las garras de la incredulidad tienen apresados los pensamientos de fe para que estos no se liberen. Moisés no podía creer de que él fuera capaz de realizar la encomienda de ser el libertador de su pueblo Israel.

  El autor de la carta a los Hebreos nos escribió unas palabras que nos dejan ver la necesidad de poder desarrollar la fe en nuestro diario caminar para así poder agradar a Dios:

“Porque SIN FE es imposible

agradar a Dios...”
                                                                                                              
                                                                                                                      Hebreos 11:6

   Me imagino que cuando Moisés pronunció esas palabras de incredulidad, estas fueron desagradables a los oídos de Dios, a igual que las palabras llenas de incredulidad que hoy cualquiera que sufre una autoestima baja pronuncia. Usted debe tener claro que un requisito que Dios siempre necesitará para lograr desarrollar una autoestima saludable en una persona  es la de una fe firme en su corazón. En conclusión, podemos decir que una de las causas de que una persona  esté dominada por la incredulidad y la duda, es una tener una autoestima baja.

3.- Soy tardo en el habla y torpe de lengua. Moisés presenta aquí su tercera objeción a Dios. Estas palabras pueden traducirse como: “no sé hablar”. Creo que es ésta una de las características  que más sobresale en una persona que carece de una autoestima equilibrada; tímido en su hablar.

  Viene a mi memoria cuando años atrás fui encomendado a dar mi primera charla a un grupo de personas. La excusa que inmediatamente salió de mi boca fue algo parecido  a la que dio Moisés aquí “no sé hablar”. Por supuesto, en ese tiempo debo reconocer que mi autoestima no estaba muy bien. Todavía venía arrastrando la mala formación y el complejo de inferioridad que traía de mi vida pasada. Sin embargo, mi líder de ese momento no aceptó tal excusa que le presenté, sino que me dijo que era necesario que fuera a dar la enseñanza.

  Recuerdo que allí donde habría de llevar la charla había  una “multitud” como de 17 personas que estaban esperándome para recibir el mensaje de Dios. Como pude comencé a hablar tratando con todas mis fuerzas de que el público allí reunido no notara  lo asustado y nervioso que estaba por dentro. Creo que las palabras que más venían a mi mente -y que luché para que no  dominaran mis pensamientos- eran que no iba saber hablar. Para hacerles el cuento corto duré aproximadamente 55 minutos y al final solo escuchaba, de esas “multitud” de personas, la bendición que había sido el mensaje. Eso fue una experiencia que produjo en mi una firme confianza  y el comienzo de la caída de una autoimagen deteriorada que por tantos años había  reinado en mi vida.

Moisés sufría de complejos de Inferioridad
  Si usted es como Moisés, que cree  no saber hablar  y pospone para el mañana poder salir de esa prisión de miedo, nunca podrá experimentar la gran bendición de ser un canal en el cual Dios pondrá sus palabras para llevárselas a aquellos que tanto necesitan una mano amiga para seguir adelante.

4.- Envía, te ruego, por medio del que debes enviar.  Estas nueve palabras podríamos traducirlas y reducirlas a tres: “Envía a otro”. El complejo de inferioridad que dominaba  el corazón de Moisés le hacía pensar que él no tenía las herramientas necesarias  para ir al Faraón y libertar a su nación de Israel.

  Es común en este tipo de personas que  pongan siempre la mirada en otros y no en ellos mismos. Se creen tan incapaces, que recurren rápidamente a un tercero para que hagan lo que ellos supuestamente no pueden hacer. Pensemos un poco en lo siguiente; Si Dios hace un llamamiento a alguien, es porque él ve algo en  esa persona que puede ser una bendición para otros. Ahora, puede que la  persona se crea muy insignificante, sin embargo, conseguimos en la carta de Pablo a los corintios  algunas palabras que pueden estimular a cualquiera que no se sienta  apto de lograr grandes hazañas. Leamos lo dicho por el apóstol Pablo:

“...sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar
a los sabios, y lo débil del mundo escogió Dios
para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del
mundo y menospreciado escogió,
y lo que no es, para ser
lo que es...”
                                                                                                            1 Corintios 1:27,28


  Notemos que aquí el apóstol Pablo está hablando de cuatro tipos de personas: La necia, la débil, la vil y la menospreciada. No hay dudas que a los ojos del mundo estas cuatro tipos de personas, parecieran ser de poco valor y utilidad. Sin embargo, son éstas particularmente las  que Dios toma para avergonzar aquello que sí pareciera ser de mucho valor.

  Moisés estaba totalmente equivocado al pensar que otro mejor capacitado que él era el mas idóneo para cumplir la misión de Dios le estaba encomendando. Se sentía tan débil, tan necio, que lo mas fácil respondera Dios era que enviara a otro.

  Estoy seguro que, así como Moisés hay una cantidad considerable de seres que tienen el mismo patrón mental  de desplazar sobre otros el éxito que ellos mismos pueden desarrollar.  Es por esta razón que no hemos de extrañarnos del porque hoy en día vemos a tantas personas transitando por esta vida aburridas, sin ningún tipo de motivación y sólo cosechando pequeñas e insignificantes victorias. Esto es lo que siempre he considerado una vida común y corriente que cualquiera la puede tener. Pero cuando se habla de una vida sobresaliente y exitosa integralmente, no podemos pensar que son otros los únicos  que  pueden alcanzarla. ¡Qué equivocado estaba Moisés!.


  Ahora, la historia del llamamiento de Moisés no terminó allí, él fue persuadido y convencido por Dios a la tarea de ser el libertador de Israel. Si estudiamos bien su ilustre vida, notaremos que en los  próximos cuarentas años, Moisés pudo descubrir y explotar el gigante que estaba escondido dentro de él y ser  considerado un  líder extraordinario, y por cierto, el único que ha podido tener a Dios Padre tan íntimamente cerca y tener el privilegio de ver por lo menos su espalda.

5 comentarios:

  1. Excelente enseñanza, Dios les bendiga!

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  2. Muy interesante, por lo leído, veo que Moisés era un fraude prácticamente.

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  3. Excelente enseñanza, leer la Palabra de Dios, enseña, edifica, anima, sorprende. Queda claro que sin Dios no somos nada.


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  4. Excelente reflexión para llegar a ser líder, necesitamos el llamado directa de Dios.

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  5. Excelente enseñanza. Dios nos ayuda a sacar el gigante, que sin pensar, llevamos dentro. La Gloria para nuestro Señor y Dios. Bendiciones

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